domingo, 14 de diciembre de 2014

El calor de la Esperanza


Muchos de los miles de visitantes que acuden a Sevilla en primavera son capaces de sentir y entender nuestra Semana Santa sólo con el sonido de una banda tras un paso de palio o con el crepitar de los cirios de una candelería. Serán capaces de humedecer sus ojos viendo caminar un misterio y sintiendo el aliento expirante del Cachorro.
Son la muchedumbre, la religiosidad popular de masas. Pero hay otra muchedumbre, de Sevilla y de fuera de ella que encuentra calor a sus emociones en el frío de diciembre. Son los devotos de la Esperanza. ¿Hay algo más cálido que estar cerca de la Esperanza?
En diciembre la Realeza toca tierra para que la miremos cara a cara. Y habrá quien dirija sus pasos hacia la Plaza de Carmen Benítez buscando su Gracia de Virgen aniñada. Otros econtrarán el calor en su corazón entre los muros auxiliadores de la Trinidad, donde Ella es el eje troncal del misterio de Dios Padre e hijo. También habrá muchos sevillanos que buscaron su punto cardinal de Esperanza en la divinidad de su advocación enfermera. Y podrán contemplar en el arrabal de San Martín el pequeño fruto del vientre que nacerá en la noche del 24.
La Esperanza, en la ciudad de las Esperanzas tiene muchos trazos en su mapa. La muchedumbre sosegada de diciembre la buscará cerca del río. Y en el viejo templo de la O recordará la antífona sagrada que nos señala a Ella como madre del Dios verdadero. 
Ese gentío que no busca el olor del azahar ni la calidez de la primavera tendrá su eclosión en dos pilares sobre los que se cimentan dos grandes devociones. No habrá las bullas de la madrugada pero si se agolparan los sentimientos como en esa jornada cuando caminemos por Pureza o por Becquer al encuentro de Ellas. Triana y Macarena o Macarena y Triana, que tanto monta como monta tanto. El frío del invierno no se siente tanto en Sevilla porque está al acecho el calor de los corazones que esperan ávidos ver a las Esperanzas de cerca para hablarles cara a cara, de hijos a madre. Para pedirles consejo, para compartir todo un año de vida. 
Sevilla ciudad de la Esperanza. Cuando el año comienza su final nosotros comenzamos nuestro principio. Besamos la mano de nuestras Esperanzas y comenzamos una resurrección que se convertirá en eclosión el 29 de marzo. Será entonces Domingo de Ramos.

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