Cuando
una lágrima brota desde la emoción de estar cerca de tu Cristo es
cuando de verdad te paras a pensar en tu vida como una película que pasa
rápida y fugaz ante tus ojos. Cada vez que lo buscamos en su capilla o
lo vemos avanzar hacia nosotros en la calle estamos repasando el
calendario de nuestra vida en la mente. La vida se cuentan no por el
aire que respiramos sino por los momentos que nos dejan sin respiración.
Y esos momentos siempre anhelan un Amor y una Pasión como los que
cobija la iglesia del Salvador. Nuestro anhelo en la vida siempre es de
ser felices, de encontrar la paz interior y de pasar por este mundo sin
desazón ni dolor. No siempre podemos conseguirlo. A veces porque
nosotros mismos no somos capaces de encauzarnos y nos frustamos y
otras muchas porque el entorno hostil que nos rodea y acosa nos hace la
vida insoportable. Lo que ocurre es que siempre debemos pensar que
detrás de la Sentencia siempre viene la Esperanza como dijo el poeta
Caro Romero. Y nada ni nadie podrá sentenciar nuestra vida si a nuestro
lado en el anhelo del Amor y la Pasión tenemos el refuerzo de la
Esperanza. En esta Cuaresma complicada y difícil la Esperanza en una
vida mejor es el pilar sobre el que sustentamos la Semana Santa que
viviremos en paz y felicidad si Dios quiere. Este año cuando volvamos a
sentir las lágrimas al ver al Cristo de nuestras devociones habrá
motivos para la Esperanza porque el dolor de muchos años arrodillada
ante El se comenzará a tornar en Esperanzas de Amor y de Pasión. No hay
ninguna cosa seria que no se pueda decir y sentir con una sonrisa. Este
año más que nunca debo sonreír a la vida. Quien da alegría recibe
alegría y felicidad. Quien da Amor y Pasión recibe lo mismo. Quien no da
nada no recibe nada. No me cabe duda.
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