domingo, 12 de febrero de 2012

Tus manos y las mías...


Han sido muchas noches y muchos días. Creo que ha sido, es y será toda mi vida. Muchos cielos hemos mirado juntos. Mucha pena en tus Penas y muchas lágrimas a ti ofrecidas. La fe de arrodillarme una y otra vez en tu capilla, para pedirte por mi paz, por la de los míos y por mi vida. Hay quien me hablo de las manos de Tu Estrella, esas a las que se agarra Triana. Pero yo desde niña preferí agarrarme a las tuyas. A esas que hice mías como las mías mismas. La vida como a muchos me azotó, pero Tú nunca te fuiste de mí. El Domingo de Ramos verte es resucitar. Yo resucito cada Domingo de Ramos cuando la poderosa zancada de tus costaleros te acerca en tu grandeza hacia mí. Solo, sentado en tu piedra, pero mirando a ese mismo cielo que Tú y yo compartimos desde hace muchos años con nuestras miradas.

El año pasado te fallé y no pude verte. Las olas del mar fueron mis lágrimas. Aunque el paso de los años nos haga crecer, yo pienso que sigo siendo aquella niña que subía a la azotea para ver tu mismo cielo. Mis penas junto a tus Penas, bajo las mismas Estrellas del cielo de Triana. Y por eso que me siento niña, los Reyes Magos me han traído el mejor regalo que nunca imaginé. Y ese regalo, es para ti, para que Tú me lleves cerca de tu cabeza herida por las salvajes espinas. Cuántas coronas de espinas he tenido arrodillada a tus pies y cuántas veces te supliqué, como Tú hiciste, que pasara de mi ese cáliz.

Ahora que me has oído, quiero curar tus heridas de espinas con la magia de unos Reyes que se postraron ante ti porque siguieron a una Estrella. Sobre tus sienes estarán tres potencias, tres signos de divinidad, y yo estaré en ellas para siempre y más cerca de ti que jamás pudiera imaginar. Es mi ofrenda por fallarte el Domingo de Ramos. Yo quería hacerte un regalo. Seré ingenua?

Tú siempre me sorprendes, y de la mano de alguien que lucha porque no me caiga nunca más, te has vuelto a adelantar y me has dado tu divinidad para que durante unos días esté en mi casa, junto a mí. ¿Quién ha hecho entonces el regalo?

Tu divinidad en mis manos, con la fragilidad y la sencillez que siempre te veo en tu capilla. Un viernes tarde, frio en Triana, mientras recordaba las heridas del alma con mis ojos clavados en las paredes de tu capilla. Apareció tu prioste y envuelta y sencilla, me regalo tu divinidad. Yo quería hacerte un regalo para sanar de tu cabeza las heridas, y Tú, te adelantaste y me regalaste un soplo fresco de vida. Sé que han sido muchas noches y muchos los días, y que hemos compartido angustias de vida, mirando al mismo cielo y con las manos igual de fundidas. Pero ese viernes por la tarde con tu divinidad en mis manos asidas, supe una vez más que aunque no te lo pida, Tú siempre de mi cuidas. Yo quería hacerte un regalo, y Tú, te adelantaste dándome un soplo de amor en mi vida.

Ahora, que quien más quiero va a cumplir la mayoría déjame que te cure esas sienes heridas y te devuelva tanto amor como Tú supones en mi vida. Los Reyes que siguieron a una Estrella han vuelto a hacerme sentir niña. Mi regalo es el tuyo porque Tú, me regalas vida.

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